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Un jueves, un relato: un reto oceánico

De repente, mientras zarpaba de puerto, resonó por toda la fragata  “Castor” una voz a bordo que hizo ponerse en movimiento a la dotación.


— Lasca escota cangrejo trinquete, amarra en 8 cuartas


— Pero…demonios…¿De qué cuartas habla el tipo ese?, ¿Es que no puede decir algo más sensato?. No entiendo un carajo.


El grumete Alfonso comenzaba a preguntarse qué hacía allí metido en aquel viejo buque de la Armada Española. Viejo pero heroico, que había repartido estopa por todos los mares.


Alfonso se enroló hacía un día con muchas dudas, pero finalmente lo hizo, y fue así porque llevaba 2 días sin comer, tras la terrible hambruna en el campo de 1747. Y  en vez de pasar hambre comenzó a pasar miedo. Un cambio apreciable.


En poco tiempo aprendió lo duro que puede llegar a ser la mar y no digamos sus hombres. Izadas las velas, el contramaestre llamó a la chusma:


— Marineros, botarates y pipiolos todos…No salimos de Santo Domingo para ir de pesca. Vamos de caza del pirata que tanto daño nos hace. Se acabaron sus incursiones en la costa, sus asesinatos y violaciones y sus fechorías. El que desfallezca o tiemble se las verá conmigo y con mi látigo de 7 colas. Así que a obedecer de inmeditato. Y las potas por sotavento.


A saber dónde estaba el sotavento aquel — pensó Alfonso. Pero ya quería potar.


Tras una singladura de una semana, 18 vomitonas, ese preguntarse ¿Qué demonios hago aquí? Y frío en los huesos  noche y día, llegó desde la cofa del mástil un grito:


— ¡Velas a poniente!


No sabría decir Alfonso si deseaba o no aquel encuentro. Seguro que tras la lucha, se volvería a puerto. Y lo estaba deseando.


Se alistó la artillería, se prepararon garfios, piquetas, pistolas y sables para el abordaje. Alguno rezaba.


La fragata era más rápida, se alcanzaba a los dos bajeles piratas. Y comenzó la batalla.  


¡¡¡Pim pam pum fuego!!!


Se fueron a pique los enemigos de la calavera. Antes de hacerlo, se liberaron en mal estado 27 rehenes, se recuperaron en estado lamentable 10 doncellas así como cientos de doblones de oro y mucha plata y se mató o apresó a toda aquella canalla. Una victoria sin paliativos.


La prensa, a los pocos días, se hizo eco de la noticia:


“Intolerable agresión a dos pacíficos buques piratas en aguas del Caribe. A este paso nos quedaremos sin piratas. No es el procedimiento. Busquemos responsables”


“Salvemos a los piratas. Se convocan manifestaciones en todo el país”


Es más, posteriormente, al cabo de 234 años se hizo incluso una película sobre lo sucedido, donde los piratas eran unos mártires amantes de la buena vida y de la solidaridad que fueron atacados sin compasión por un tal Alfonso y sus compañeros. En dicha película resultaba que las doncellas se lo habían buscado y daban a entender que  los doblones se los habían ganado los piratas en algún rifa benéfica. Había pruebas irrefutables.


Alfonso tras leer los periódicos dejó la mar y se hizo minero. En las profundidades de la tierra afortunadamente dejó de potar por aquel sotavento que nunca llegó a encontrar. No, de verdad que no: dijeran lo que dijesen… así no fue la historia que él había vivido, pese a que hubiese pruebas irrefutables.


Moraleja: así se escribe la historia. (A veces). Por eso son necesarios los buenos historiadores. Gracias a todos ellos. 


Este relato participa en la convocatoria semanal "un jueves un relato". Eran 350 palabras, pero a mí se me fue la mano. Pido perdón, pero es que es un relato marinero. Esta vez el convocante ha sido MARCOS


Muchas gracias Marcos!!!!


 

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