LA CORBATA - convocatoria "un jueves un relato" de https://marcosplanet.blog/bendita-ignorancia-microrrelatos-de-los-jueves/
LA CORBATA
Llegaba tarde. Siempre era yo de los que me gustaba acudir cinco minutos antes a las citas y ahora me retrasaba irremediablemente.
Todo tenía una explicación: el pesado del presidente de la comunidad, me había cogido por banda en la escalera y pese a mis claros intentos de escabullirme de él y de sus garras, no me soltaba ni por asomo.
Que si la derrama por los garajes, que si los gritos de Los niños del cuarto no le dejaban dormir, que si ya estaba harto de todos los vecinos pero que él seguiría en su puesto responsablemente…. Inaguantable, y además sin soltarme del brazo todo el rato, qué barbaridad, qué tocón.
Así que en ese preciso momento, 10 minutos más tarde de lo previsto, llegaba a la cita con ella, con Marta. Esa mujer encantadora que había conocido a través de esa página de ligoteo. Es lo que tiene ser soltero a los 42 años. Sería nuestra primera cita. Qué nervios. En mi whatsaap ya tenía este claro mensaje cariñoso interesándose por mí:
“ DONDE COÑO ESTÁS???”
Qué mona. Marta a través del chateo ya me había demostrado que además de encantadora, tenía mucho carácter y algo menos de paciencia. Muy esperanzadora aquella primera cita. Incluso le traía una flor: una macetita con un geranio.
Así, un tanto corriendo, llegué al exclusivo club de Madrid “Caballeros y princesas”. Me pararon en la entrada.
— Buenas tardes: su corbata por favor
— ¿Corbata? No, no llevo. Ignoraba que hubiera que traerla.
— Caballero, es imprescindible su uso aquí. Sacó un papel y comenzó a leerme las diferentes normas sobre el caso: la 27 A, 34 B y la de obligado cumplimiento 88 A. Al finalizar sonó mi móvil.
— ¿Me vas a dejar tirada toda la tarde? Ya se te veía que eras un informal desde el primer momento. Hombres…
— Espera, espera— le respondí a Marta. El presidente de la comunidad me entretuvo y ahora me piden una corbata. ¿Qué puedo hacer?
— Presidente de la comunidad, presidente de la comunidad…pues pídesela a él, idiota. A quien se le ocurre venir sin corbata a este exclusivo club de “caballeros y princesas”. Comeré sola, para que te enteres.
Y comió sola, claro que sí.
Dejé en soledad a aquella mujer que no sabía esperar ni unos simples minutos. Mucho mejor: me fui a comer solo a un bar por donde curiosamente apareció por allí mi amigo Alfredo con dos amigas y…comimos juntos (sin corbata), tomamos café irlandes juntos y… ahora vivo en pareja con una de ellas. Un final feliz, si no fuera porque el presidente de la comunidad me sigue machacando por las escaleras. ¡Qué pesado!. Bendito el día que ignoré el uso de la corbata en determinados lugares. Por cierto, el geranio, está precioso.
Ues de buena te libraste
Pocas veces se me ha dado alguna situación así en donde el bene
Muy buena y divertida historia, al final el episodio de la corbata lo salvó de alguien de bastante feo carácter e hizo que encontrara al amor de su vida, y qué bueno, porque si la otra lo veía entrar con un geranio en la mano probablemente se lo hubiese revoleado por la cabeza.
Muy buena tu historia, saludos.
PATRICIA F.
Todo floreció alrededor de la vida del protagonista: encontró a una pareja con la que compartirla, el geranio lucía espléndido y se libró de aquella condenada insoportable. Magnífico día de suerte para él. Sería cosa de los astros y alguna conjunción planetaria inusual. O mejor, él supo tomar las decisiones correctas.
Muy buena aportación, Santi, ya presentía yo que iba a serlo.
El llegar tarde y el ignorar esta norma absurda hizo que le fuera mejor de lo esperado. Por obra de las casualidades, se encontró con una mujer igual de atractiva y más agradable.
Saludos.