Eran otros tiempos
— ¿Te encuentras bien?
— Sí, creo que sí. Tan solo ha sido un pequeño vahído sin importancia. Posiblemente el centollo me haya sentado algo pesado. Termino este chuletón mientras apuramos la botella de vino y seguro que resucito.
— Ni lo dudes. Abramos otra botella, y esto te lo dice un médico. Con 92 años toca cuidarse. Y no estaría mal que al llegar a casa te acuestes un rato y si es con Piluca mejor.
— Sí, lo haré. Da gusto escucharte, Luis. Ahora entiendo tu éxito como galeno. Por cierto…lo de la dieta blanda no va tampoco contigo.
— Otra barbaridad. Nunca descartes la chistorra y el torrezno de tu dieta. Eso y una despensa llena de dulces harán posible una mejor existencia.
— ¿Mejor existencia? No sé yo, pero esta nueva ley que han sacado de que sigamos trabajando hasta cumplir los 101 años, me quita el sueño. Divinos años aquellos del siglo pasado en que se jubilaban en España a los 65 años e incluso antes.
— Otros tiempos, pero que a mis 97 años tan solo me resten 4 por trabajar me encanta. A ver qué hago en mi jubilación.
— Piénsalo bien que la esperanza de vida se sitúa ya en los 120 años. Ya sólo falta que mis hijos, nietos y tataranietos se vayan por fin de casa y lo bordamos.
— Me pasa igual, pero esta noche saldrán todos. Noche de placer con Teresita a solas los dos. Qué placer.
¿Un sueño?...No, el siglo XXII será así.
No tiene mala pinta ese siglo XXII. Me cuidaré bien para llegar. ¡Marchando una de torreznos!
Macondo
bitacorademacondo.blogspot.com
Aunque el relato me ha parecido genial, no nos augura un futuro demasiado prometedor, laboralmente hablando... je je! Un abrazote!
Vaya mierda... yo voy cumpliendo puliendo años y la jubilación cada día más lejos.
Abrazoo y torreznos
Hola Santi, parece el preludio de lo que algunos pretenden en este país. Trabajar hasta morir. Ojalá todas las personas mayores fueran tan optimistas como en tu relato. Un abrazo
Nuria de Espinosa
Ayayay, seguir trabajando hasta los cien y con los tataranietos en casa, jeje. Un micro cargado de ironía que cambia la perspectiva que ahora tenemos de la edad. Estupendo, Santi.