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El pirata cobardica

  • Foto del escritor: Santi Iglesias de Paul
    Santi Iglesias de Paul
  • 4 feb
  • 4 Min. de lectura

Soy pirata, para mi desgracia.


Podría haber sido sastre o buhonero, pero no pudo ser. Y sin lugar a duda soy diferente a los otros piratas del gremio. Muy diferente.


Mi abuelo fue pirata y de los más sanguinarios; mi padre  le siguió en el oficio y yo no les iba a llevar la contraria.


Esto de tener que seguir la tradición familiar me afecta sobremanera y no sabéis cómo, pues yo realmente, realmente...me hubiese gustado ser escritor, pero aquí me encuentro bajo la bandera de la calavera negra y asesinando a diestro y siniestro. ¡Con lo fastidioso que es torturar a un prisionero y luego abrirle en canal! Sus gritos me descomponen.  


Y encima, además de no tener querencia a esto de ir arrasando y destrozando por aquí y por allá, lo que es peor es que me caracterizo por ser todo un cobarde. De hecho, la gente de la dotación, me llaman “El cobardica”. 


En cierta ocasión me tocaba la guardia de mar subido en los palos, en la cofa exactamente y divisé un galeón francés en el horizonte, tenía buena pinta, hubiera sido una presa excelente, pero para no alertar a la dotación y que reaccionásemos como solemos,  con ese disparar de cañones, arcabuces y pistolas me callé cual monje, miré para otro lado, y no di la voz de alarma. Porque con tal de no entablar combate soy capaz de todo. No se dieron cuenta mis compañeros y así nos pasamos navegando por el mar de los Sargazos un mes entero mas o menos sin divisar ni una presa más. Qué felicidad: sin entablar combate alguno.


¿Combate? El idiota de mi compañero que tiene un garfio como mano y de nombre “manopincho” va diciendo por ahí que

“El combate el mal aliento combate”.


Majaderías. El combate es atroz, despiadado, brutal. Y yo no estoy hecho para esos menesteres. A mis 52 años estoy deseando que me jubilen de una vez e irme a la isla del tesoro a descansar que ya no quiero mancharme más las manos de sangre.


Porque la Isla del tesoro existe. 


Vaya que si existe. Más de una vez hemos fondeado allí y desembarcamos en tierra para hacer la aguada. ¡Unos manantiales maravillosos! y hay, bueno... había, incluso un poblado de gente muy acogedora y que potenciaban el turismo de la isla. Con carteles como aquel: 


“Tú y tu loro, venid a la isla del tesoro”  


Slogans inapropiados. Aquello era demasiado, un insulto con tanto marketing barato: los tuvimos que matar a todos. Y lo hicimos en nombre de Isabel, nuestra reina, que está por allá por Europa. Aquellos pobres desgraciados murieron entonando aquella famosa canción de  


“Que bien, que bien hoy comemos con Isabel”


La reina estaría muy orgullosa de aquel canto de despedida. Porque morir, lo que se dice morir, murieron todos, pero murieron contentos sin muchas amputaciones ni ese arrancar los ojos que tanto nos encanta. Todo eso me lo contaron, que yo para no sufrir con estos disparates me fui a dar una vuelta por la playa. Y es que soy un cobardica. Lo reconozco.


Y lo peor fue el ataque que hicimos al poblado español de la costa. Una aldea apetecible. Alegué que me dolía la cabeza y que el paracetamol y gelocatil no me hacían efecto alguno y que no podía embarcarme en los botes. Me llamaron de todo, eso sí, pero para allá que se fueron con sus pistolas y arcabuces. Volvieron escaldados tras un intenso combate donde los españoles les rechazaron. A partir de ahí en lugar de llamarme el cobardica, me comenzaron a llamar el gelocatil. Qué cosas.


Tras varias renuncias a empuñar el arma, a cortar narices y orejas de prisioneros y a llevar el loro en el hombro, el capitán del barco, John el siniestro, me aconsejó que aprovechando nuestro paso por la isla de las tortugas, visitase al psiquiatra que allí habitaba, que no perdía nada, pero que posiblemente lo mío tuviese cura. Y lo visité.


Le comenté que ya no me decía nada escuchar los gritos de los prisioneros torturados y que incluso comenzaba a barruntar la palabra “clemencia”  en la mayoría de las ocasiones


No se lo podía creer. Se echó las manos a la cabeza. Y me preguntó incluso si no sentía nada al darle patadas a los niños y las mujeres hasta que muriesen.

Le dije que no. Que me repugnaba. Seguí hablando de clemencia.


Me contó que nunca en la vida había tenido un caso parecido, que los piratas de su majestad no podían ir así por la vida. Así que, sin pensarlo mucho, me dio la baja.


Y así estoy. De baja mientras llega mi jubilación. Vivo tan contento en un pequeño poblado español al que curiosamente asolamos en tres o cuatro ocasiones y eso sí:vivo feliz escribiendo porque al final me he hecho escritor y relato con conocimiento de causa todo lo que se hizo en aquel barco pirata. Que fue una barbaridad y un estropicio. Y me refiero a  todo, absolutamente todo, lo acaecido allí, porque luego llegaran en el futuro escritores, cineastas y cuentistas que alabaran a los piratas, sus vidas y sus obras, sus aventuras y sus amores, y yo, simplemente quiero decir, que los piratas fueron, en su gran mayoría, unos terribles asesinos que destrozaron muchas vidas. Pero...


Que bien, que bien, hoy comemos con Isabel


Relato para el concurso de febrero de 2025 de la página "el tintero de oro"

 
 
 

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47 Comments

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JM Vanjav
JM Vanjav
Feb 24
Rated 5 out of 5 stars.

Hola, Santi, una historia de piratas la tuya muy de Gila, por lo tanto tan entretenida como divertida. El humor es infalible recurso para cualquier temporal, incluso para los cobardes donde yo soy de los más notables.

Saludos y suerte.

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Santidepaul
Feb 25
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Gracias JM Vanjan y todo un detallazo que te recuerde esta historia a Gila. Un fenómeno. Que sea bienvenido el humor. Abrazotes

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mireugen
Feb 24

Hola, Santi. qué bueno que este pirata, al fin, encontró su vocación! No las tenía con él como bandido!

Un abrazo

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Santidepaul
Feb 25
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Gracias Mireugen por tus palabras y pasarte por mi blog. El típico caso de pirata escritor😁

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Mercedes
Feb 21

Hola SAnti, me ha encantado tu pirata cobardica. Lo de que los piratas tengan psiquiatra y tomen gelocatil está a otro nivel. 😂 genial, de verdad.

Un abrazo.

Mercedes.

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Santidepaul
Feb 25
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Gracias Mercedes por pasarte por mi blog y por tus palabras. Una historia "diferente" de piratas. Besosssss

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Puri
Feb 17

Hola Santi, genial tu pirata cobardica, te felicito por como llevas toda la historia por el lado sarcástico y divertido.

Un abrazo

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Santidepaul
Feb 17
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Gracias Puri!!! Me alegra que te haya gustado la historia del pirata cobardica. Y encima al final...llegó a ser escritor. Qué bueno. Besosssss

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Merche
Feb 17
Rated 5 out of 5 stars.

Hola, Santi, curioso, un pirata de baja, jajajaja, y es que desde ese inicio se veía que lo suyo no iba bien, no quería ser pirata y no es que fuera cobarde, es que, simplemente, no le llamaba el pirateo, jeje.

Un abrazo. :)

(Soy Merche)

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Santidepaul
Feb 17
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Hola Merche!!! un pirata y cobrando pensión. Qué bueno. Un beso y gracias por pasarte por mi blog.

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© 2017 por Santi de Paúl

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